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Teruel promociona en Italia el proyecto "Europa Enamorada"

La Partida 2013 albergó un Congreso de Grupos

Las Bodas de 2013 ya son historia

La directora de la Fundación hace balance

Entrevista con Raquel Esteban

Presentado el vídeo oficial de Las Bodas 2013

Los caballos, otros protagonistas de la fiesta

Entrevista con Mapi Hernando

Una visión de la colaboración  entre Tele Aldehuela y La Bodas de Isabel de Segura

Los fotógrafos de Tele Aldehuela, Teresa y Vicente, hablan de su pronta colaboración con la fiesta

Coplas a los Amantes

Poemario publicado por Gregorio A. con motivo de la inauguración del Mausoleo (1959)

Los Amantes y sus valedores, en el callejero de Teruel

La coletilla "tonta ella y tonto el", ¿fue acuñada por el propio Hartzembusch?

Exequias fúnebres de un caballero medieval: "El Córrer les armes"

El nuevo traje del obispo

¿Por qué se ven tan pocos pobres durante Las Bodas?

Las Bodas de Isabel, en imágenes

Reportaje de Diego&Lori, edición del 2013

Galería fotográfica de la edición del 2012

Fundación Bodas de Isabel

Los años pasan, y ya son unos cuantos los que convivimos horas y compartimos espacios en compañía de la familia de Las Bodas de Isabel de Segura, –en lo sucesivo lo simplificaremos a Las Bodas… con ello nos entendemos suficientemente-. En este lapso importante de tiempo han sucedido muchas cosas, muchas anécdotas han pasado por delante de nuestras miradas, y multitud de situaciones personales han servido para hacer más fuertes los vínculos que nos unen. Cuando el destino quiso cruzar nuestros caminos allá por el 2006, aprovechó un paraje natural como es el de la Hortaleza de Aldehuela para realizar tal maniobra. Antes de estas fechas, tanto Teresa como Vicente –las caras visibles del proyecto Tele Aldehuela- habían realizado sus incursiones en la recreación de Las Bodas desde la distancia. Habíamos seguido alguno de los principales actos, incluso como meros espectadores habíamos intentado registrar algún momento clave en tales representaciones. Ni que decir tiene que el resultado no se aproximó mucho a lo esperado.

Antes de la señalada fecha, cuando Las Bodas estaban en fase embrionaria, -hablo de los años 97-99 del pasado siglo- tanto Teresa madre como Mª Teresa hija ya participaron como espectadoras en los primeros pasos de la criatura. El motivo no fue otro que Raquel Esteban era profesora de la estudiante, y animadora en su entorno para que el alumnado participase en la naciente recreación. Teresa madre, receptora de la idea y entusiasta desde el principio, se implicó en la aventura, y, acompañando primero y confeccionando una indumentaria medieval después, se fue metiendo, sin apenas darse cuenta, en lo que pasados unos años significaría la eclosión generalizada en toda la ciudadanía turolense de aquella idea-sueño Raqueliano.

Sin duda, el destino tenía propiciado el cruce de caminos, y solo necesitó estar atento al momento de hacerlo, desde entonces hemos mantenido una cordialidad y respeto mutuos que han perdurado y perduran. Por un lado los entusiastas, animadores y partícipes de un proyecto denominado Tele Aldehuela, tenían ganas de introducir nuevos contenidos que ofrecer a sus habidos espectadores; por otro, la siempre atenta y vivaracha Raquel arrimando el ascua a su sardina, estaba igualmente interesada en que alguien,… quien fuese,… difundiese, cuanto más mejor, los grandes logros que el desarrollo de su idea con la historia de Los Amantes de Teruel como fondo, estaban cosechando a nivel popular, fundamentalmente, -como no podía ser de otra manera- en la ciudad de Los Amantes. Así, con las ganas por ambas partes en un auto-aprovechamiento de la situación planteada, comenzó tímidamente una andadura que arrojó unos buenos momentos registrados y que, deduzco, afianzaron el posicionamiento de ambas partes.

Bodas hay muchas, pero ésta, la Recreación de Las Bodas, había adquirido ya una importancia tal que se había introducido en todos los rincones de la sociedad turolense. No había colectivo, por pequeño que fuese, que llegado el mes de febrero no tuviese presente el evento que en fechas tan señaladas, iba a cambiar por unos días el semblante de la cuidad. Ésta, se retrotraería a lo acontecido ocho siglos atrás en estas mismas calles, y en mente de todos estaba el ánimo de participar. Así, año tras año los grupos de entusiastas fueron creciendo, y lo hicieron de tal modo que el casco antiguo de la ciudad se quedó pequeño para alojar las jaimas o moradas que acogerían temporalmente a estos colectivos.

Obvio decir que lo mismo sucedería con las representaciones teatrales, el entusiasmo con el que las gentes las había acogido, encontró un caldo de cultivo ideal, así, no importaba la edad, todos los personajes tenían su hueco en el escenario. La idea original de Raquel había encontrado su prolongación en la pluma de Santiago Gascón, y ambas, de la mano, habían sabido sintonizar con el espectador de modo tal, que las calles de la ciudad se quedaban pequeñas para acoger al personal que quería seguirlas. Todo esto necesitaba de una buena dirección, y aquí aportaron, -desde las fechas referidas al principio- su indudable valía Marian y Joaquín, o Joaquín y Marian. Cada uno con su personal estilo de dirección, fueron moldeando personajes de la leyenda, y dando distintas formas y tratamientos a los textos de Santiago y las ideas de Raquel. El mix tenía buena pinta y no tardó en dar sus frutos, al final, por motivos de agenda con otros compromisos profesionales, Joaquin tuvo que ser sustituido por Alfonso y en la última edición, repescados los tres directores, y cada uno con su impronta personal, las escenas ofrecieron un importante abanico de estilos que las hicieron más atractivas si cabe.

Desde este punto, encuentra su razón de ser la colaboración entre Tele Aldehuela y Las Bodas. Si bien la realización material de la recreación es lo que de verdad interesa cara el gran público, -que es quien al final valorará lo acontecido- la parte de ensayos y todos los esfuerzos que ello conlleva para cada uno de los intervinientes parece que quedaba un poco en sombra. Los medios de comunicación de masas únicamente se interesan por lo que quiere el gran público, y este suele ser reacio a fijarse en los pormenores, lo que quiere es ver el resultado final, el clímax, la esencia de lo que se trata, sin importar los pormenores salvo una sucinta reseña para que se vea, -o intuya más bien- que tras todo esto hay un trabajo serio y concienzudo perfectamente dirigido y orquestado por una Dirección, que unifique y cohesione el total de la obra. Así pues, como de la parte, digamos… bonita, se van a encargar los medios de comunicación con capacidad para llegar al gran público, la colaboración de la modesta Tele Aldehuela se debe de centrar en aquellos aspectos más banales, y que puedan servir de contento y, en cierto modo, de recuerdo y satisfacción personal para quienes ponen sus esfuerzos en interpretar los papeles que darán forma a la recreación. Así, poco a poco las cámaras se van introduciendo en el trayecto final de los ensayos, y se pueden ir apreciando tanto la evolución de los personajes, como los cambios introducidos por los directores en esta fase de adaptación entre el guión a la realidad que se le quiere dar a cada escena.

Aquí, sin duda, son muchas horas de trabajo de unos y otros, sin nombrar las otras horas que cada uno tiene que dedicar a la memorización de textos, memorización, que a lo largo del proceso de ensayo irán sufriendo alteraciones y correcciones que necesariamente tienen que hacer suyas cada uno de los personajes afectados. En este sentido resulta muy interesante e ilusionante, ver como progresan los personajes a lo largo de los ensayos. Es asombroso ver como se adaptan a las exigencias del guión y a las de los respectivos directores de escenas, y como poco a poco la idea de partida va rolando y adquiriendo una nueva dimensión. Es ciertamente bonito ver como los aficionados actores intentan aprender técnicas de interpretación siguiendo las orientaciones y recomendaciones de los directores, -a veces, incluso ensayando sin la presencia de estos- y observar en general el altísimo grado de implicación de unos y otros en tal tarea. Las gélidas noches turolenses del mes de febrero, bien saben de los apuros que hacen pasar a tan osados actores; se acabó la calefacción y el refugio prodigioso que ella propicia. Las últimas jornadas anteriores a la representación real, siempre son en escenarios naturales, es decir, al aire libre y soportando lo exiguo que llega a ser, -en no pocas ocasiones- la altura del mercurio en su recluido espacio. Las campanas de la Catedral tañen cual lamento ante la casi indiferencia de quienes todavía tienen un buen trecho para finalizar su jornada de ensayo. 

Siempre sucede algo mágico en cada jornada de ensayos, de tal suerte que lo vivido en ese lapso de tiempo no resulta, -ni siquiera a los ojos del neófito espectador- intrascendente. Ni que decir tiene que anécdotas las hay y no pocas; desde los olvidos de texto en momentos clave que paralizan por segundos la normal evolución de la escena, hasta inoportunos sonidos que el azar dispensa procedente de sabe Dios qué extraño elemento ha decidido acortar la distancia que lo separa del suelo, o el simpático móvil que suena en el peor de los momentos posibles. Por aquello de relatar alguno pero con la idea de no aburrir sino todo lo contrario, recuerdo en una ocasión que una simple botella de agua preparó lo que pudo haber significado la defenestración anímica de haber sido producido por una persona. El inocente hecho se produjo en el punto álgido de una escena, -no se dan pistas para no delatar intervinientes- cuando, por efecto de la temperatura, un botellín de agua, vacío, intentó recuperar su forma original, produciendo ese sonido tan escandaloso que solo las botellas de plástico saben hacer; en esta ocasión, a este inocente estallido le siguió la precipitación de la botella vacía de líquido, desde lo alto del mueble que sirve para alojar temporalmente los útiles diarios, al suelo, con lo que el efecto multiplicador de los botes y rebotes de la vacía botellita lleva consigo. Como decía, si tras este curioso e inocente estruendo se hubiese encontrado un ser, podemos decir… humano, la frase de “tierra trágame” se habría quedado corta para resumir su complicada situación.

De cada uno de estos encuentros salen horas de convivencia, y el intercambio cultural que los rodea es una verdadera joya que no hace sino incrementar el valor que de partida tienen. Con las mejores intenciones se reparten por doquier recomendaciones entre los que acumulan más horas de ensayos y actuación, y los que por primera vez se adentran en este mundo. Las técnicas que cada uno utiliza tanto para memorizar los textos como para recordar la correcta secuencia de los mismos. La puesta en escena de determinados pasajes escénicos en sus respectivos ambientes domésticos y familiares, para que luego salten de forma espontanea en el escenario, son técnicas que alguno utiliza para reforzar y garantizar el éxito de su papel. La facilidad que todos tienen para aceptar las recomendaciones de los directores es algo que rápidamente llama la atención. ¡Cómo son capaces de dar un giro casi total a una escena de un ensayo al siguiente, con la simple indicación del director!, y la facilidad que tienen, -seguro que para ellos no es fácil- para sincronizar y recordar texto, movimiento y posición en el escenario. Sin duda todo ello forma parte de lo que podemos llamar como predisposición de las personas para determinadas tareas interpretativas, o dicho de manera popular, “tener dotes para ello”. El hecho de que un gran número, -sobre todo de jóvenes- tienen conocimientos y facultades musicales, aportan un especial colorido al desenlace y la puesta en escena finales. La armonía, en definitiva se palpa desde el primer contacto y perdura a lo largo de su temporal recorrido… y más allá.

El tamaño de la Ciudad de los Amantes, propicia constantes y numerosos encuentros casuales a lo largo del año entre sus moradores, y siempre que ello sucede con alguno de los numerosos intervinientes en alguna de las recreaciones, se produce un especial saludo que demuestra que hay algo más que simple relación humana. Se han compartido muchas cosas y eso crea impronta, afinidad y algo especial que solo quien lo ha compartido valora en su medida. Tanto da que las edades coincidan o se encuentren separadas por generaciones, el saludo es efusivo y deja bien a las claras la evidencia de que algo importante se ha compartido.

Indeseables al principio, toleradas después, y reclamados los recuerdos que guardan; esto es lo que les sucede a las cámaras en los ensayos. A los actores les incomodaban, descubren sus puntos débiles y violan la intimidad del ensayo; para los directores, -unos más que otros- porque pensaban que se desvelaban parte de sus secretos profesionales, y se rompía el efecto sorpresa que su celo profesional aplicaba a cada fragmento, pasaje o escena. Poco a poco se encontró la situación de equilibrio, y creemos haber llegado a un punto en el que la relación entre unos y otros es casi soportable, y son muy pocos los momentos en los que es necesario pulsar el botón de stop. Entendimos en su día, y seguimos haciéndolo, que sería una verdadera pena que todos estos inolvidables momentos por todos vividos, pasasen dejando huella únicamente en las memorias de quienes los realizan, amén, que desde el punto de vista de documentos históricos, -tanto para la Fundación como para los intervinientes- quedaría falto de una importante parte del todo. El progreso que estas técnicas han experimentado en los últimos años, unido a la facilidad con que hoy en día se genera este tipo de información, hacen casi imposible que esta faceta quede sin cubrir en el futuro, máxime con la cantidad de jóvenes que conforman una parte importante del potencial humano con el que año tras año se nutre la Fundación. Ellos representan –sin duda- la verdadera esencia, y la garantía de futuro.

Si alguien nos hubiese dicho allá por los años 1990, que las calles de Teruel serían un hervidero de gentes en pleno mes de febrero, seguramente la carcajada se quedaría pequeña para definir la previsible reacción del hipotético interlocutor. Y sin embargo es cierto, al parecer las gentes de esta ciudad estaban esperando que alguien presionase el botón que los/nos pusiese en marcha, y esta situación se dio. En forma de sueño, -según manifiesta la hacedora de tal evento- pero el caso es que se dio, y despertó a toda una comunidad dormida.

Al parecer la recreación de Las Bodas se quedaba corta, y surgieron nuevos elementos, nuevos temas que ocuparon los espacios en blanco que los entusiastas actores tenían entre edición y edición. Primero llegó la Expulsión de los Moriscos en la localidad de Gea de Albarracín, después La despedida de Diego allá por el mes de septiembre. Ya lanzados, todo lo que se ponga por delante es bien recibido por este gran equipo humano. Si hay que celebrar un aniversario… ¡pues se celebra! Para todo sirven y a todo le saben dar un toque personal que lo hace, además de atractivo, interesante.

Bien se merece pues todo lo reseñado un adecuado elogio. Ya sabemos cuán reacios somos a reconocer los méritos que otros van cosechando. No estamos, -en general- educados para inclinar la cabeza y reconocer los progresos de quienes destacan en una u otra materia. Cuesta, y si es posible evitamos tener que hacer semejante esfuerzo. Así pues, baya desde estas líneas nuestras más sinceras felicitaciones a todos los que de una u otra manera han y/o están contribuyendo al éxito de esta formidable idea/empresa.

En este punto creo que será bueno reconocer también lo que ha significado para Tele Aldehuela estas contribuciones con Las Bodas. Se ha diversificado de manera sensible la generación de contenidos, en una dirección que no era previsible en un principio, y que se escapa, -en apariencia- del objetivo de su origen. Los receptores de estos mensajes los han agradecido, y algo habrán contribuido a fomentar y difundir este evento en sus lugares de origen, hay que tener en cuenta que parte de la audiencia proviene de tierras valencianas en una gran mayoría.      

Lo realizado hasta la fecha hay queda, el futuro, -como siempre sucede- se encargará de juzgarlo, y establecerá su auténtico valor. La ilusión con la que se han realizado estas contribuciones ha sido grande, y el ánimo que las ha dirigido siempre, ha sido desde el más estricto respeto mutuo. Que perdure esta situación si lo anterior es recíproco, solo el tiempo es capaz de desvelarlo. Desde Tele Aldehuela somos conscientes de nuestras limitaciones, y creemos saber cuáles son los límites que nunca debemos pasar. Somos tan aficionados como el que más, y no nos avergüenza reconocer nuestra condición como tales. A nuestro ego le agrada recibir los elogios de quienes sinceramente valoran nuestra contribución, y hemos aprendido a no dar más importancia de la que tiene a quienes son críticos con ella, ambos extremos tienen su parte de razón. Todo es mejorable, y a la vez, todo puede ir a peor.

 

Vicente Maicas y Teresa Navarro

Fotos de los autores; imágenes de Aldehuela (Teruel), fuente de la Hortaleza, y de Teresa y Vicente.

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