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La enorme popularidad de que disfrutan Los Amantes de Teruel no sería tal sin personas como Yagüe de Salas, Hartzembusch, Bretón o Muñoz Degrain. Teruel supo reconocer esta “publicidad gratuita”, por lo que como los propios Amantes, fueron agasajos con una calle, la mayoría a lo largo del siglo XIX. Veamos cinco:

 

- Calle Amantes, donde se supone que vivieron.

- El pionero: Juan Yagüe de Salas.

- Teatro; Juan Eugenio Hartzembusch Martínez.

- Ópera: Tomás Bretón Hernández.

- Pintura: Antonio Muñoz Degrain.

 

Según Isidoro de Antillón, el más ilustre hijo del cercano pueblo de Santa Eulalia, la tragedia de los Amantes era prácticamente desconocida para los turolenses –y para el mundo entero- hasta que Yagüe de Salas publicó su “Epopeya trágica de los Amantes de Teruel” en 1616, y el posterior descubrimiento del “papel de letra antigua” en el que se narraban las desdichas de Isabel y Diego, y sobre cuya autenticidad han corrido ríos de tinta.

Pasaron más de dos siglos, hasta el mes de agosto de 1842, en que el Ayuntamiento turolense acordó cambiar el nombre de unas cuantas calles. Entre ellas estaba una de las más emblemáticas de la ciudad, la de Ricos-Hombres, donde se supone se encontraban los palacios o caserones de los Marcilla y los Segura, rebautizada como calle de los Amantes. No fue la única, pues entre otras:

La plaza de la Judería pasó a llamarse de Romero Alpuente.

La calle de Acuavera, del Empecinado.

La de las Moquitas, de la Soledad.

La de Juanito Pérez, de Lanuza.

La de las Monjas, de la Libertad.

La de la Marquesa, de la Independencia

De estos cambios, solo ha perdurado el de la calle que nos atañe, y otras, como la plaza de la Judería y la de la Marquesa, recuperaron su denominación anterior... la segunda al menos a nivel popular, pues tras la guerra civil se dedicó al obispo Polanco, asesinado en los últimos compases de la contienda, y perdiendo su anterior nombre de plaza de la Libertad.

 En la imagen, edificio que sustituyó al palacio de los Segura

El pionero en la divulgación de la leyenda amantista, Juan Yagüe de Salas, fue el último en ser reconocido en el callejero, Y la única vía que no he podido determinar cuando perdió su anterior denominación de calle del Seminario.

En el libro “Las calles de Teruel”, publicado en 1981, Carlos Luis de la Vega y Ángel Novella, escriben:

“Después de la expulsión de los jesuitas y erección del Seminario, la actual calle de Yagüe de Salas, recibió el nombre de calle del Seminario, que conservó a lo largo de todo el siglo XIX, cambiándolo recientemente por el que ahora ostenta”.

Es posible que el cambio se realizara tras la guerra civil, aprovechando la “depuración” del callejero de nombres contrarios a la ideología franquista cambiándolos por otros afines; ¿tal vez cuando la plaza de la Marquesa, que se llamaba de la Libertad, se renombró como de fray Anselmo Polanco?

En un plano del año 1935 vemos por primera vez esta calle con el nombre de Yagüe de Salas, pero dos años después vuelve a aparecer como calle del Seminario. ¿Hubo algún intento anterior de renombrar esta vía urbana, pero no se oficializó por el estallido de la guerra civil u otro motivo?

Yagüe de Salas nació y murió en Teruel (1561-1621), publicó en Valencia la citada y larguísima -más de 20.000 versos- “Epopeya trágica de los Amantes de Teruel” el año 1616, y el 13 de abril de 1619 descubrió en los archivos municipales el “`papel antiguo” que no se conserva pero que transcribió en documento notarial, pues a los pocos días se encontraron los cadáveres atribuidos a los Amantes en una capilla de la iglesia de San Pedro.

 Yagüe (a la izquierda) presenta a don Alonso de Aragón el manuscrito de su poema. Dibujo publicado en 1910, en la revista "Hojas Selectas"

Muy pronto, la leyenda de los Amantes se trasladó al teatro, el entretenimiento más popular de la época. En la hemeroteca digital del Ministerio de Cultura, desde los ejemplares más antiguos se anuncia. En la programación del Teatro de Comedias, para el 16 de abril de 1787, leemos:

Los Amantes de Teruel. La historia sobre que está hecha es en lo sustancial verdadera, aunque en parte se ve aquí desfigurada. La ausencia de D. Diego es un pecado enorme contra la unidad de tiempo, y sus hazañas en África contrarias á la unidad de lugar. Si la comedia empezase en el mismo día que D. Diego volvió de la guerra a Teruel, sería una tragicomedia asombrosa”.

Hasta el mismo Hartzembusch (Madrid, 1806-1880) ¡ni siquiera cuando se estrenó la obra que le catapultó a la fama!, raramente aparecía el nombre del autor. La que se cita en el párrafo anterior debe ser la de Juan Pérez de Montalbán (Montalván en los documentos de la época), que se basó en otra escrita por Tirso de Molina, pues en ambas se iba el amante a la guerra de África. Malas las dos, de las menos inspiradas de ambos autores, leemos en las críticas.

Todo cambió el 17 de enero de 1837. En el madrileño teatro del príncipe, se estrenó Los Amantes de Teruel –según el anuncio que ilustra estos párrafos- y fue un éxito rotundo, que sacó del anonimato al autor madrileño y que no volvería a repetir en obras posteriores. Fue una creación que trató con mimo, hasta en tres ocasiones la reformó en busca de una mayor perfección.

En sesión celebrada en agosto de 1880, el Ayuntamiento acordó por unanimidad dar el nombre de Hartzembusch a la anteriormente denominada calle de San Pedro. La propuesta surgió de dos concejales llamados Navarro y Muñoz Nougués. Con el tiempo, también al segundo se le dedicó una.

Anuncio del estreno de Los Amantes, en el que no figuraba el nombre del autor.

Los Amantes de Teruel parecen tocar con una varita mágica a quienes de ellos se sirven. Igual que a Yagüe y Hartzembusch, lanzaron al estrellato al compositor Tomás Bretón (Salamanca, 1850 - Madrid, 1923), gracias a la ópera que con este nombre se estrenó en el Teatro Real de Madrid, el 12 de febrero de 1889. Fue un rotundo éxito no solamente en Madrid, también al año siguiente en Praga (República Checa).

 El Ayuntamiento de Teruel reaccionó sorprendentemente deprisa, pues unos días más tarde, el 21 del mismo mes, acordó dedicarle la hasta entonces llamada plaza de San Andrés, “como muestra de gratitud al insigne maestro, que ha contribuido a perpetuar la más popular de nuestras tradiciones al llevar al teatro lírico la leyenda de los Amantes”.

Por esos días, le llovieron los homenajes: la diputación de su Salamanca natal acordó darle un valioso presente (una batuta de oro según algunas informaciones) en el transcurso de una cena, el Gobierno francés le concedió las palmas académicas de oro...

Fue homenajeado entonces en Salamanca, y en Teruel unos años después, el 31 de octubre de 1920, con el acto de descubrir una placa, con el busto del compositor en la plaza que se le había dedicado, y que todavía hoy puede verse allí. Fue realizada por el turolense Epifanio Abad, y Bretón recibió además un pergamino conmemorativo de manos del entonces alcalde, llamado Andrés Vargas.

Bretón, en una fotografía publicada por "Mundo Gráfico" en 1913

En 1884, Muñoz Degrain (Valencia, 1840 – Málaga, 1924) pintó una de  sus obra más conocidas, Los Amantes de Teruel, cuadro que fue presentado a la Exposición Nacional de 1884, consiguiendo la Primera Medalla, y siendo adquirido por el Museo del Prado por 9.000 pesetas. El destino de la pieza da idea de lo importante que fue para el valenciano, pero al contrario que ocurrió con Hartzembusch y Bretón, se le reconocen otras creaciones importantes y no solo “Los Amantes de Teruel”.

El acuerdo de dedicarle una calle fue tomado por el Ayuntamiento en un pleno celebrado el dos de agosto de 1911; esa vía se denominaba entonces calle de la Democracia.

También se renombraron, si no en el mismo pleno por esas fechas, otros espacios urbanos:

- La glorieta se dedicó a Galán y Castillo, un exgobernador que durante su mandato se empeñó en adecentarla y fue el responsable de hacer de ella la zona de paseo que sigue siendo.

- La plaza del Seminario a Pérez Prado (Francisco Pérez de Prado de Cuesta), inquisidor de Sevilla y proclamado obispo de Teruel en aquella ciudad el 7 de diciembre de 1732. Falleció en Madrid, a la edad de 78 años y 7 meses, cuando también era obispo del Consejo del Rey e Inquisidor General de los Reinos.

- La plaza del Paseador a Domingo Gascón y Gimbao, escritor y periodista, recordado por su “Miscelánea Turolense”, periódico gratuito que elaboró en Madrid entre 1891 y 1901, del que hizo una edición facsímil en 1994 el Instituto de Estudios Turolenses.

- Y el barrio de las Estaciones a Dolores Romero (y Arano), mujer natural de Terriente que promocionó la educación en la Sierra de Albarracín, fundó en Madrid el hospital San Francisco de Paula, y en Teruel el colegio de San Nicolás, situado en dicho barrio.

Las placas de porcelana con las nuevas denominaciones fueron exhibidas a los turolenses antes de su colocación en el escaparate de la tienda de tejidos de Francisco Andrés ubicado en la calle de la Democracia... o de Muñoz Degrain. Fueron realizadas en el taller de un artista zaragozano, llamado Viñedo.

Degrain, con su aventajada discípula Flora Castrillo. Foto publicada por La Esfera, en 1915

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